martes, 3 de enero de 2017

Hablemos de drogas

Este es el título de uno de los capítulos del libro de Javier Costas Franco, Tranquilos, que yo controlo, que trata los distintos aspectos de la seguridad vial. La cuestión de las drogas y la conducción sigue siendo bastante desconocida socialmente, así como para muchos conductores y también para los propios consumidores de estas, que con frecuencia no son conscientes de sus efectos ni de la duración de los mismos, así como tampoco de sus consecuencias. Javier lo explica magistralmente en las siguientes líneas:

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«Qué decir de las drogas, donde se incluyen muchas sustancias que son perjudiciales para el cuerpo o que, como mínimo, alteran bastante su funcionamiento. Existen muchos tipos, pero me voy a referir a las denominadas «drogas recreativas» (los medicamentos y el alcohol tienen un tratamiento aparte). Tomar algunos tipos de drogas no tiene por qué ser algo estrictamente negativo si se hace en condiciones muy controladas, con información, y sobre todo, si no se hace mientras se conduce o con la previsión de hacerlo pronto.

Me pondré en el caso más favorable, un consumidor responsable, informado, que toma poco y cuando no tiene que hacer ninguna tarea importante y se fuma un porrillo de marihuana, o dos, o los que sean. Tras seis horas y pasados los efectos —al menos en apariencia— se pone a conducir. De repente, se topa con un control antidrogas. La prueba se hace con la saliva, se moja un bastoncillo en la boca y se guarda para análisis. Si hay restos de sustancias prohibidas en la saliva, legalmente es lo mismo que conducir drogado (un delito), no hay un margen de no denuncia más allá de la tolerancia de la prueba.
Ahora me pongo en el caso desfavorable, un cabezahueca que conduce en mitad de un pedo. Merece que lo encierren y tiren la llave al mar, porque el riesgo que provoca para la circulación es altísimo. Y no hace falta ir pedo para ser un peligro, basta con tener las funciones psicomotrices alteradas, pues estamos controlando un vehículo en una vía pública, con todas las consecuencias que ello implica.

La normativa de nuestro país tiene el principio de tolerancia cero con las sustancias tóxicas. Es decir, si el resultado del control es positivo es que quedan restos de droga, por lo que se considera afectada la capacidad de conducción aunque no haya efectos visibles. No importa la cantidad detectada, sino si hay o si no hay ¡y puede afectar también a los consumidores pasivos en espacios cerrados sin ventilación! Si hay restos, la multa es de 1.000 euros, se pierden seis puntos y también se considera un delito contra la Seguridad Vial (Art. 379.2 CP), con las consecuencias antes descritas (...).

(...) Hasta el agua es capaz de matar a un ser humano con una dosis excesiva. Las demás sustancias de la lista deberían ser evitadas por simple sentido común, se conduzca o no. Y por analogía, tampoco es buena idea viajar con pasajeros que están consumiendo droga en marcha, existe riesgo de consumo pasivo. En la web de la Fundación MAPFRE hay una lista de «trucos» que tienen efectividad nula para reducir la posibilidad de dar un positivo por drogas, que procedo a resumir. Da igual echarse la siesta, esperar pocas horas, tomar cualquier tipo de bebida, chupar granos de café o hacer más abdominales que Cristiano Ronaldo. Nada de eso reducirá la presencia de drogas en la saliva, así que en su caso habrá que afrontar el castigo con dignidad. De hecho, menos mal que el análisis no es de sangre, porque una analítica común revela restos de drogas en el organismo semanas después de haber consumido por última vez...
Ocurre como con el alcohol, solo pasaremos como limpios en una prueba si realmente estamos limpios y eso implica que el cuerpo tiene que deshacerse de las sustancias mediante unos procesos que llevan tiempo y que no se pueden acelerar con trucos baratos. Si consumes, no creo que te convenza para dejar de hacerlo, pero puedo intentar sugerirte que mejor que conduzca otro por ti hasta que te hayas quedado totalmente limpio o que busques alternativas de transporte o un alojamiento temporal. Por ejemplo, al día siguiente de haber fumado porros uno puede encontrarse bien, pero puede notar a lo largo del día dolor de cabeza o dificultad para concentrarse. Si no se tiene la previsión de conducir, mejor. Si te da por fumar porros un viernes y no conduces hasta el lunes, tranquilo, no tendrás problemas con la Benemérita ni con la justicia».

Os recomendamos que podéis adquirir el libro Tranquilos, que yo controlo. Manual de conducción para gente de bien sin gastos de envío en la web de Meridiano Editorial, pinchando aquí.

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