sábado, 19 de noviembre de 2016

La historia de Helena

Este texto está está extraído de uno de los capítulos del libro Tranquilos, que yo controlo. Manual de conducción para gente de bien, de Javier Costas Franco. No necesita más comentario.

«Nunca conocí a Helena, por lo que todo lo que sé de ella es a través de lo que contó su madre, Flor Zapata. Helena era una chica normal, tenía veinte años, pareja, estudiaba una carrera con beca Erasmus y estaba pasando unos días en España antes de volver a Holanda. La tarde del 17 de abril de 2005 volvía de la sierra madrileña con Álvaro, su novio, al volante de un viejo Renault Clio, pero nunca llegó a su casa de Alcobendas. Un coche descontrolado con un borracho al volante chocó contra el suyo a gran velocidad, acabando con ella en el acto. Álvaro sobrevivió de milagro. Si vieses cómo quedó el coche…

El homicida de Helena era un militar que había estado toda la noche sin dormir, de guardia, y al terminar su turno estuvo tomando copas en la cantina durante varias horas. Cómo iría de cocido que en vez de adelantar al coche de Helena lo embistió —como si no estuviese ahí— y lanzó al Clio por encima de los guardarraíles. Fue una combinación de todo: iba demasiado rápido, demasiado bebido, con prisa… y no se había dado cuenta de que no estaba en condiciones para conducir ni un coche de juguete. Helena tuvo la mala suerte de estar ahí, sin tener culpa de nada. Aunque el sujeto en cuestión fue a la cárcel un tiempo, el daño que provocó es irreparable. 


Helena era hija única, sus padres quedaron destrozados y Álvaro perdió a su futura mujer. Te daré un dato un poco escalofriante: el anillo de compromiso de Helena estaba doblado. Podemos imaginar que cuando impactó el bólido contra el Clio, Helena apretaría el volante con todas sus fuerzas intentando agarrarse a la vida, pero se le escapó. Su verdugo dio positivo en alcoholemia, 4,5 veces por encima del límite. Su abogado dijo en su defensa que los etilómetros estaban mal calibrados y que solo había tomado «cuatro cervezas». A lo mejor eran cuatro cervezas de litro, por lo menos (...).


Quiero conducir quiero vivir, Helena Castillo Zapata


(...) Han pasado más de diez años de aquello y la madre de Helena, Flor Zapata, sigue escribiendo en internet para remover conciencias. Si lees su blog Quiero conducir, quiero vivir, se te quitarán las ganas de por vida de conducir tras haber bebido, a nada que tengas un mínimo de empatía.

Detrás de cada vida que se va por culpa del alcohol o las drogas siempre hay una historia, una familia, amigos, pareja… un efecto dominó. Sé que poca gente se levanta con el propósito de ser un homicida y seguro que más de un inconsciente ha llorado mucho y pedido perdón millones de veces por lo que ya no es reversible. Nada de eso cambiará las cosas. Hay que actuar antes y prevenir.

Cada vez que vayas a conducir contéstate con toda sinceridad: ¿realmente estás en condiciones de conducir o puedes esperar unas horitas o la noche entera? Mi definición de "ir bien" es poder conducir como si estuviese totalmente sobrio, es decir, no notar que algo no va bien. Pero los expertos van más allá y coinciden en que no es igual conducir sobrio que dentro del límite tolerado, porque el riesgo es superior al empezar a verse afectado el organismo (otra cosa es darse cuenta de ello). 

Puedes intentar engañar a cualquiera, pero no a ti mismo. Eres adulto, mayorcito, responsable de tus actos, así que pregúntate si estarías dispuesto a cargar un muerto sobre tu conciencia. Hay chicos que en una noche loca, volviendo de unas fiestas o una discoteca, se han cargado a todos sus pasajeros al chocar contra un árbol, la mediana, un camión… y tienen el resto de su vida para cumplir la durísima penitencia.

Dejo lo siguiente para la reflexión colectiva: según los datos del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, el 29% de los conductores y el 21% de los peatones que fallecieron en 2015 en accidentes de tráfico superaron los límites de alcohol en sangre tras un análisis forense. Habría que añadir a estos datos las víctimas que pasarían esos análisis con tasas de 0,0, como Helena Castillo Zapata».

Os recomendamos que podéis adquirir el libro Tranquilos, que yo controlo. Manual de conducción para gente de bien sin gastos de envío en la web de Meridiano Editorial, pinchando aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario