sábado, 12 de noviembre de 2016

El mundo de ayer

El título de este post corresponde a la traducción del libro de memorias del gran novelista judío Stefan Zweig. En su libro, Zweig describía con nostalgia el mundo de finales del XIX y principios del siglo XX y lamentaba profundamente hacia dónde se dirigía este, marcado por las guerras mundiales y, sobre todo, por el fenómeno de la ascensión de Hitler. Su lamento y su terror fueron tan grandes que el temor a las consecuencias de la actuación del dictador le llevaron primero al exilio y, posteriormente, el acendrado pesimismo que la oscura realidad circundante contribuía a acrecentar le condujo, junto con su mujer, también al suicidio.
Es indudable que aquel periodo fue verdaderamente terrible y resulta ocioso intentar decir algo que no sepamos de Hitler a estas alturas pero, curiosamente —y perdónesenos la expresión—, la cosa no fue «tan» terrible, como preveía Stefan Zweig. Hitler murió, la guerra acabó y aquel horror no fue eterno.
Afortunadamente, el mundo no ha evolucionado según lo previsto por Zweig. Con excepciones, a día de hoy tenemos menos miedo a políticos enloquecidos (lo decimos con reservas, está muy reciente la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos) porque el ciudadano se ha empoderado mucho más. Por contra, hemos perdido nuestras antiguas certezas y las hemos sustituido por un estado de incertidumbre que difícilmente nos abandonará en mucho tiempo. Después de todo, la mayor diferencia entre la época de Zweig y la nuestra es que él vivía en un mundo tal vez horrible, pero conocido y previsible. Por el contrario, nuestro mundo es desconocido e imprevisible. Del mismo modo, su tragedia era que ese mundo tenía una dirección marcada, era un mundo que se encaminaba hacia el abismo, un abismo que lamentablemente el hombre no parecía ser capaz de evitar. En nuestro caso, nos dirigimos hacia el espacio, real y figuradamente. Nuestra situación crea inquietud y puede ser también terrorífica pero, por primera vez en la historia, empieza a estar bastante en nuestras manos. Las personas, los individuos, empezamos por fin a contar.

El mundo de ayer, El mundo transparente, Stefan Zweig, Sylvia Díaz-Montenegro, universo digital, realidad virtual


A Sylvia Díaz-Montenegro no le ha tocado vivir la época de Stefan Zweig sino, obviamente, la nuestra, que, a pesar de sus enormes deficiencias, es sin duda mejor que aquella en la que Zweig terminó sus días. Y, por eso ella, de forma visionaria pero con los pies absolutamente en el suelo, nos describe la coyuntura en la que, lo sepamos o no, nos ha tocado vivir y que es radicalmente diferente a todo lo que hemos conocido hasta la fecha. Como ella señala en su libro El mundo transparente, nos encontramos ante el universo digital, un mundo nuevo, a estrenar, un mundo que no sabemos hacia dónde va, cargado de oportunidades y también de peligros, pero que está en nuestras manos ir desarrollando cada día. Sylvia, sin ignorar la parte oscura de esta realidad —que, sin duda, la tiene—, opta por explorar este nuevo universo (y descubrírnoslo a nosotros) y apostar por él, porque sabe que si sabemos utilizarlo serán muchas más sus ventajas que sus inconvenientes. Por lo demás, ella nos plantea una realidad tan sencilla como cruda y es que realmente no tenemos elección. Ya no hay marcha atrás. Nos es imposible salir de este universo de información, abandonar la virtualidad y volver a ser como nuestros abuelos. Por nuestra parte, nos queda la tranquilidad de imaginar que Zweig, que era un personaje decididamente moderno, hubiera preferido sin dudas vivir en este mundo, un mundo en el que, por cierto, le echamos de menos.

Os recomendamos que podéis adquirir el libro El mundo transparente. Un paseo con mi madre por el universo digital sin gastos de envío en la web de Meridiano Editorial, pinchando aquí

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