sábado, 8 de octubre de 2016

Una nota personal

Meridiano Editorial, sobredotación, altas capacidades, superdotados
Uno de nuestros libros, al que tenemos especial cariño, es ¿Hay alguien ahí? Luces y sombras de la sobredotación, de Marta Eugenia Rodríguez de la Torre.
Como su título evidencia, se trata de un libro que pretende acercarse al fenómeno de la sobredotación, un tema sobre el que se habla mucho pero sobre el que sigue existiendo un gran desconocimiento y una enorme falta de información. Lo más grave es que estas carencias no solo se limitan a personas ajenas al problema, sino que a menudo inciden en los propios familiares de los afectados e incluso, lamentablemente, en los profesionales de salud mental.
Marta es sobredotada. Es tan evidente que cualquiera que tenga una conversación de cinco minutos con ella puede apreciarlo directamente. Pero eso a ella no le importa. Lo que de verdad le interesa —porque conoce la cuestión muy bien y de primera mano, en virtud de su experiencia vital pero también de su trabajo— es que los sobredotados empiecen a recibir la atención que necesitan y que a veces hasta las personas más próximas a ellos desconocen. Marta, sin ingenuidad pero con esperanza, busca y lucha realmente por conseguir un mundo mejor para todos.
Por eso, hoy no queremos que sean nuestras palabras sino las suyas las que llenen este post. El texto que sigue a continuación está extraído literalmente de la introducción de ¿Hay alguien ahí? Por nuestra parte, sobran las palabras, solo podemos adherirnos a las suyas.

UNA NOTA PERSONAL

Me viene a la mente un poemario que me produjo un fuerte impacto la primera vez que lo leí, tal vez porque me enfrentó al temor a mi propia ignorancia: se trata de La realidad y el deseo, de Luis Cernuda. Si nos quitan los sueños y nos borran de nuestros circuitos la esperanza, ¿qué nos queda? No hay tiempo que abarque la angustia del desaliento, la incapacidad de poner nombre a lo que queremos, el desafuero de no poder querer. Yo creo en el valor de la vida humana, de cualquier vida sin la etiqueta de una tierra o de una denominación de origen, sin el posavasos de las religiones, sin la necesidad de tener lo que no se puede llegar a ser, creo en la vida en sí como respuesta a la creencia y a la ciencia, al arte y a la palabra.
El ser humano es el único capaz de realizar las mayores atrocidades y también los mayores milagros. Y es capaz de pensar, de inventar, de sumar voluntades, de transformar la materia y la miseria, de comunicar con la palabra y con el silencio, de sentir y hacer sentir, de mejorar, de progresar, de crecer. De guardar la esperanza en un mundo mejor y de conseguir que cada persona tenga el lugar que le corresponde.
Desde estas líneas quiero plasmar lo que es, siente y puede dar a la sociedad una persona sobredotada para que se le permita desarrollarse adecuadamente. Porque sé por experiencia que ser diferente no es una amenaza, es una oportunidad, y que no hay que arrancar lo antiguo, sino conservar lo mejor de su esencia desarrollando una concepción del mundo más humana y digna de nuestros deseos y nuestras realidades.
Y en estos deseos y realidades cabemos todos: las personas de altas capacidades y las que no las tienen, juntos avanzando en un mundo donde cada vida humana tenga un único valor y ningún precio.


Os recomendamos que podéis adquirir el libro ¿Hay alguien ahí? Luces y sombras de la sobredotación sin gastos de envío en la web de Meridiano Editorial, pinchando aquí

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