lunes, 5 de diciembre de 2016

La actitud al volante

Este es el título del primer capítulo del libro de Javier Costas, Tranquilos, que yo controlo. Merece la pena leerlo y tenerlo bien presente siempre, porque en el caso de la conducción tener una actitud adecuada es absolutamente decisivo.
Extractamos a continuación algunos textos de ese primer capítulo:

«Digamos que hay dos tipos de conductores: los que conducen porque les gusta y los que lo hacen solo porque tienen que hacerlo. Ambos tipos estamos condenados a compartir la carretera y la calle, por lo que nos tenemos que tomar esto de conducir con un mínimo de seriedad. Hay muchas cosas en la vida que se hacen por necesidad, pero que hay que hacer bien aunque no sea algo apasionante a priori. Parafraseo a Miquel Bort, un experto en seguridad vial: conducir es como trabajar.
Un buen conductor no es solo el que es capaz de llevar la máquina bien, sino el que es capaz de conducirse a sí mismo. Eso implica tener una actitud de respeto por los demás, respeto por uno mismo, respeto por la máquina que se conduce y respeto por la vía por la que se transita. En ningún caso hay que conducir con miedo, se trata de conducir con respeto. El miedo a conducir se llama amaxofobia y hay formas de superarlo con ayuda profesional.
Todos conocemos a algún conductor miedoso, en ambos géneros. No les gusta conducir ni les gustan los coches y cuando se ponen al volante es por necesidad. Si tienen que ir de copilotos no van a discutir; es más, lo van a preferir. Si tienen que ir a algún lugar medianamente lejano, seguramente se decanten por el autobús, el tren o incluso el avión. Por muy prudentes que sean al volante, en cierto modo son un peligro y lo más fácil es que no lo sepan. Las reacciones de los conductores miedosos son imprevisibles, incluso para ellos mismos. Creerán que con circular despacito y con cuidado es suficiente. Se equivocan; prudencia y velocidad no van siempre de la mano (...).
(...) ¿Quién te conoce más en esta vida? La respuesta evidente debería ser: “yo”. Ese conocimiento te debería servir para saber cuándo estás en condiciones de conducir y cuándo no. Hay muchas cosas que pueden alterar el correcto equilibrio de uno mismo. No hace falta haberse tomado cuatro cubatas; basta una discusión acalorada con una persona, tener un agobio emocional o tener la autoestima por los suelos para ser más peligroso de lo normal (...).

Seguridad vial, conducción, Tranquilos que yo controlo, Javier Costas, motor


(...) Si alguna persona te dice que puede conducir sin que le afecten las emociones, o es un cíborg o miente. Hasta el conductor más profesional del mundo no es un autómata sin sentimientos. Para bien o para mal, somos sensibles a las emociones y el acto de la conducción está sujeto a unas cuantas. Recomiendo encarecidamente que veas el dibujo clásico de Disney «Motor Mania» de 1950, en el que Goofy nos explica un concepto muy cotidiano y que no ha perdido vigencia: todos los conductores tenemos rasgos bipolares. Hasta el señor más amable, educado y templado puede convertirse en un completo imbécil cuando se pone a conducir (…).
(…) No quiero ser el mayor hipócrita del reino, tengo que admitir que me he picado y más de una vez. A toro pasado todos somos Manolete y en frío se acaba concluyendo que fue una estupidez. No me siento orgulloso de ello. Otras veces he sido capaz de pasar del tema y permitir al ofensor que ponga tierra de por medio y si quisiera matarse que lo hiciera sin mi colaboración. Otras veces he sido yo el ofensor y más de uno ha echado pestes de mis ancestros. También soy humano, he hecho tonterías, me he equivocado y he tenido amagos de protagonizar más de un FAIL, pero he procurado quedarme con una moraleja siempre (...)
(...) Cuando uno está a lo que tiene que estar, puede no solamente recibir todos los estímulos sino hacer previsiones. El ser unos aprendices de adivinos puede evitarnos muchísimos sustos. Es evidente que no podremos hacer eso si conducimos con miedo —no confundir con ser prudentes— ni si estamos pensando en las musarañas. Todos los sentidos tienen que estar implicados en el acto de conducir. El que no esté de acuerdo, que se espere unos años y se compre un coche autónomo, hará un favor a la sociedad.
Todo puede cambiar en un instante. Puede sonar a fórmula viejuna y pasada de moda, pero lo cierto es que no ha perdido vigencia en ningún momento. ¿Nunca te ha pasado que confiabas en que todo iba a ocurrir de una forma y ha ocurrido un imprevisto, algo que no habías barajado? Puede ser un animal en la calzada, pisar una mancha de aceite en plena curva, un fallo mecánico, un anuncio de lencería... Cuanto menos dejemos que el factor suerte influya en la conducción, mejor para todos».

Os recomendamos que podéis adquirir el libro Tranquilos, que yo controlo. Manual de conducción para gente de bien sin gastos de envío en la web de Meridiano Editorial, pinchando aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario